miércoles, 20 de agosto de 2008

Antonio Zapata: Sucedió. Los ríos profundos y los nativos amazónicos

Hace cincuenta años, José María Arguedas publicó su segunda novela: Los ríos profundos, que muchos catalogan como la más lograda de sus obras. Apareció en la prestigiosa Editorial Losada de Buenos Aires y obtuvo la difusión continental que buscaba su autor. Al año siguiente, la novela ganó un premio nacional y se inició la valoración de la producción de Arguedas, tanto en el Perú como en el extranjero. El material de Los ríos profundos surge de la experiencia vital del autor. Ahí aparecen los agotadores viajes por la sierra acompañando a su padre, el internado en el colegio de los mercedarios de Abancay y sus correrías junto a los comuneros de Viseca, donde vivió contento entre los indios, luego de huir de casa de su abusiva madrastra. Pero, como en toda novela, estas experiencias personales no aparecen directamente, sino reificadas en una trama que expresa la libre creatividad del autor sobre los tiempos, escenarios y personajes.
Años después, a mitad de los 90, Mario Vargas Llosa escribió una importante crítica de la obra de Arguedas, argumentando que es una utopía arcaica. Según su parecer, en Los ríos profundos, el personaje de Ernesto, que sería Arguedas mismo apenas disfrazado, vive de los recuerdos, confrontando su vida con el pasado, impulsándose en la actualidad para ir hacia atrás. Por eso, Ernesto-Arguedas, sería tributario de una concepción del mundo en la cual el ayer vuelve como futuro. Para esa forma de pensar, la historia sería un eterno envolverse y repetirse. Este parecer es conceptuado por Vargas Llosa como pasadista y nostálgico. Sería tradicionalista y aspiraría a un imposible: conservar inmóviles las costumbres del hombre andino.
La segunda idea clave de Vargas Llosa es sobre la consecuencia del proceso mental de buscar el futuro en el pasado. Según nuestro laureado escritor, ello conlleva al irracionalismo. Es la renuncia a la razón lógica para adoptar un punto de vista mágico religioso, semejante al parecer ideológico. En efecto, entre ideología y pensamiento mágico habría una identidad: el rechazo a la ciencia. Por ello, en esta interpretación, el parecer de Arguedas sería profundamente reaccionario y paralizante de las fuerzas modernas que eventualmente podrían llevar al Perú al desarrollo. Así, el mundo andino es juzgado por Vargas Llosa a través de uno de sus grandes intérpretes y sale desaprobado, concebido como irracional y causante del secular atraso nacional.
Pero, el gran novelista arequipeño y creador de la más célebre frase peruana del siglo XX, "cuándo se jodió el Perú", no quiere percibir elementos de la obra de Arguedas que aparecen nítidamente. En primer lugar, no existe el aludido pasadismo. Por el contrario, el personaje de Ernesto recuerda sus experiencias pasadas para hallar fuerzas, pues es un adolescente iniciándose en el camino de la vida adulta. Los ríos profundos recuerdan el pasado en busca de inspiración, para obtener valores que alumbren el camino personal. Recordar permite madurar. De este modo, en Arguedas hay porvenir y es independiente del ayer. Asimismo, ese porvenir es una construcción, no está predeterminado, sino que el individuo se encuentra consigo mismo al ser confrontado con su pasado y hallar en él principios éticos que lo empujan hacia adelante. Tampoco existe una irracionalidad reaccionaria. Simplemente es otra concepción de la racionalidad. En Arguedas, la naturaleza y la razón no son dicotómicas. Al revés que en el pensamiento occidental, para el novelista andahuaylino, la razón debe asumirse como integrante del mundo natural y no como su opuesta o su conquistadora.
Vargas Llosa no ha querido entender el desarrollo lógico de Arguedas; sostiene que fue fiel al modo indígena de entender el mundo y por ello lo ubica en el pensamiento irracional. Lo encontró reaccionario en vez de inspirador de la nacionalidad y héroe cultural del Perú popular. Ese tipo de entendimiento lleva a Vargas Llosa al acuerdo con el gobierno actual. Su punto de vista como crítico literario encaja perfectamente con la idea política sobre el "perro del hortelano". Por la misma razón, los nativos de la amazonía no encontrarán otro eco en el gabinete que no sea el mismo ministro Antonio Brack, a quien han censurado como interlocutor. Dudo que en esas esferas alguien los entienda mejor.
La república, 20/08/2008

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