Esperamos que en materia de tratamientos de conflictos sociales que el Gobierno opte decididamente por reforzar la institucionalidad; por realizar una mayor labor de prevención pero con implacable mano dura, sin compasión alguna y asimismo enviar un mensaje claro a la población en el sentido de que el camino para lograr la solución de los problemas no pasa por las medidas de fuerza como el bloqueo y la toma de carreteras o la invasión de instalaciones productivas.
Es que hace muy poco hemos visto lo sucedido con las instalaciones mineras y petroleras, incluso poblaciones enteras, puentes vitales del tránsito de personas y alimentos, etc. Lo más curioso con una coordinación de fuerzas y tomas de lugares “exactamente a la misma hora”, con el empleo obviamente de sofisticados equipos de comunicación. Los lugares comprendían las áreas petroleras de los Lotes 1AB, y las áreas de pozos y baterías de petróleo en el Lote 8 de la selva norte, que hicieron peligrar 133 pozos productivos de petróleo, casi 50,000 barriles diarios y el riesgo de dejar sin energía eléctrica a parte de Loreto por la posible parada de la Refinería Luis F. Díaz que los abastece de combustibles.
Esta coordinación de desmanes se produjo a todo lo largo del oleoducto y sus estaciones de bombeo (5, 6 y 7), desde la selva (Iquitos) hasta Bayóvar (en la costa), Camisea y Las Malvinas, en el sur del Cusco y, obviamente, todo el recorrido de los ductos de gas (Cusco a Pisco y Lima). ¿Quiénes fueron realmente los culpables de todo esto? ¿Qué querían, dejar sin energía al país, paralizar industrias y dejar poblaciones a oscuras?
No se necesita hacer muchas averiguaciones para saber quiénes están detrás de todo, baste investigar el programa ALBA, narcotraficantes y a las ONGs como “OXFAM (España), IBIS (Dinamarca), Amazon Watch (USA), Unguravi, Sirvindi, etc, que están detrás de los manifestantes. ¿Saben cómo reciben sus dineros que regresan de nuevo al Perú?, la respuesta es fácil, del lavado en el extranjero y en nuestro propio país, ahí es donde se debe investigar.
Curiosamente todos estos conflictos tienen una coordinación “espeluznante y va desde el terrorista narcotraficante más cruel, hasta el de cuello y corbata de seda, más conocido como caviar conchudo”.
Para colmo de la irracionalidad de las ONGs que asesoran a las comunidades nativas e indígenas y a los bolsillos obviamente de los caviares de siempre, manifiestan que no permitirían más perforaciones de pozos petroleros, ni suscripción de “Contratos de Licencia” en las áreas de las comunidades, ni minería, ni explotación forestal sostenible, como si ellos fueran un estado dentro del Estado peruano.
De esta manera, violan la Constitución en su artículo 66° que a la letra dice: “Los recursos naturales, renovables y no renovables, son patrimonio de la Nación. El Estado es soberano en su aprovechamiento...”; vale decir, los recursos naturales son de todos los peruanos, no de cuatro ONGs lavadoras… que mueven a las comunidades y a las que se les ha sumado el ALBA y, obviamente, el narcotráfico.
Algunas ONGs han hecho un dogma del desarrollo económico, como el gran culpable del deterioro ambiental. Se ha dado por buena la tesis de que a mayor desarrollo, producción, consumo y bienestar material, peor el medio ambiente. Ese discurso reúne una variopinta alianza de ambientalistas, antiglobalizadores, izquierdistas, falsos nacionalistas, indigenistas, revolucionarios (con terrorismo agazapado, que ni ellos mismos se dan cuenta) y otros que, aprovechando la credulidad del pueblo peruano, cabalgan sobre un proyecto político de grandes ramificaciones en el ámbito local e internacional, a veces capaz de entrelazarse en nombre de una noble causa ¿el ambiente?, con regímenes despóticos, conculcadores de libertades económicas y políticas o simples aprovechadores por “ganarse a los verdes, pero a los verdes dólares”.
Investigadores académicos como Jack M. Hollander, “La verdadera crisis ambiental” o Amartya Sen, Premio Nobel de Economía “¿Desarrollo en libertad?”, han planteado que el verdadero enemigo y depredador del ambiente es la pobreza, más claro que eso, nada.
Es que hace muy poco hemos visto lo sucedido con las instalaciones mineras y petroleras, incluso poblaciones enteras, puentes vitales del tránsito de personas y alimentos, etc. Lo más curioso con una coordinación de fuerzas y tomas de lugares “exactamente a la misma hora”, con el empleo obviamente de sofisticados equipos de comunicación. Los lugares comprendían las áreas petroleras de los Lotes 1AB, y las áreas de pozos y baterías de petróleo en el Lote 8 de la selva norte, que hicieron peligrar 133 pozos productivos de petróleo, casi 50,000 barriles diarios y el riesgo de dejar sin energía eléctrica a parte de Loreto por la posible parada de la Refinería Luis F. Díaz que los abastece de combustibles.
Esta coordinación de desmanes se produjo a todo lo largo del oleoducto y sus estaciones de bombeo (5, 6 y 7), desde la selva (Iquitos) hasta Bayóvar (en la costa), Camisea y Las Malvinas, en el sur del Cusco y, obviamente, todo el recorrido de los ductos de gas (Cusco a Pisco y Lima). ¿Quiénes fueron realmente los culpables de todo esto? ¿Qué querían, dejar sin energía al país, paralizar industrias y dejar poblaciones a oscuras?
No se necesita hacer muchas averiguaciones para saber quiénes están detrás de todo, baste investigar el programa ALBA, narcotraficantes y a las ONGs como “OXFAM (España), IBIS (Dinamarca), Amazon Watch (USA), Unguravi, Sirvindi, etc, que están detrás de los manifestantes. ¿Saben cómo reciben sus dineros que regresan de nuevo al Perú?, la respuesta es fácil, del lavado en el extranjero y en nuestro propio país, ahí es donde se debe investigar.
Curiosamente todos estos conflictos tienen una coordinación “espeluznante y va desde el terrorista narcotraficante más cruel, hasta el de cuello y corbata de seda, más conocido como caviar conchudo”.
Para colmo de la irracionalidad de las ONGs que asesoran a las comunidades nativas e indígenas y a los bolsillos obviamente de los caviares de siempre, manifiestan que no permitirían más perforaciones de pozos petroleros, ni suscripción de “Contratos de Licencia” en las áreas de las comunidades, ni minería, ni explotación forestal sostenible, como si ellos fueran un estado dentro del Estado peruano.
De esta manera, violan la Constitución en su artículo 66° que a la letra dice: “Los recursos naturales, renovables y no renovables, son patrimonio de la Nación. El Estado es soberano en su aprovechamiento...”; vale decir, los recursos naturales son de todos los peruanos, no de cuatro ONGs lavadoras… que mueven a las comunidades y a las que se les ha sumado el ALBA y, obviamente, el narcotráfico.
Algunas ONGs han hecho un dogma del desarrollo económico, como el gran culpable del deterioro ambiental. Se ha dado por buena la tesis de que a mayor desarrollo, producción, consumo y bienestar material, peor el medio ambiente. Ese discurso reúne una variopinta alianza de ambientalistas, antiglobalizadores, izquierdistas, falsos nacionalistas, indigenistas, revolucionarios (con terrorismo agazapado, que ni ellos mismos se dan cuenta) y otros que, aprovechando la credulidad del pueblo peruano, cabalgan sobre un proyecto político de grandes ramificaciones en el ámbito local e internacional, a veces capaz de entrelazarse en nombre de una noble causa ¿el ambiente?, con regímenes despóticos, conculcadores de libertades económicas y políticas o simples aprovechadores por “ganarse a los verdes, pero a los verdes dólares”.
Investigadores académicos como Jack M. Hollander, “La verdadera crisis ambiental” o Amartya Sen, Premio Nobel de Economía “¿Desarrollo en libertad?”, han planteado que el verdadero enemigo y depredador del ambiente es la pobreza, más claro que eso, nada.
La Razón, 28/08/2008
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