lunes, 25 de agosto de 2008

Carlos Basombrío: Sobre la crisis con los nativos

Mejor consultar. Es difícil de imaginar una norma para cambiar las reglas de juego para algún sector clave e influyente del país que se apruebe sin información y diálogo con los involucrados. ¿Por qué en este caso no se hizo? Ojo: consultar no necesariamente implica que se deba hacer luego lo que unos y otros digan; después de todo hay un gobierno y un Congreso elegidos; pero sí permite conocer puntos de vista, disminuir suspicacias, limar aspectos más conflictivos e incluso anticipar reacciones. Quizás si se hubiera actuado de esa manera, otro sería el destino de la norma y el Gobierno no habría experimentado esta humillante derrota política.
Miedo y desconfianza. Creo que el tema de fondo para los nativos no era si se votaba con 66% o con 50% en las asambleas. Como se ha visto en sus masivas movilizaciones, ellos no quieren cambios que modifiquen su relación con la tierra y el territorio, y es improbable que con un porcentaje u otro hubiesen tomado decisiones en ese sentido. El problema es otro y pasa por su desconfianza a que detrás de la norma haya algo más. Recordemos que los nativos han sufrido por décadas la pérdida de sus tierras principalmente por acción de los colonos y ya han sido empujados bosque adentro. No pareciera que la disyuntiva que ellos tienen en mente sea la de mantenerse en el pasado o acceder al progreso, sino la de conservar o perder lo que aún tienen.
Incapacidad de prevenir. Los indicios de que se venía una tormenta por las varias normas que, indistintamente, se las llama “ley de la selva” están allí hace meses. A lo largo del año ha habido pronunciamientos, asambleas y hasta paros preventivos. Había que ser ciego para no saber que esto se incubaba. Una vez más, no actuaron a tiempo y dejaron que el conflicto les estalle en la cara. Fracaso de la seguridad. Para variar, el Ministerio del Interior no dio pie con bola. Con toda la información disponible y los antecedentes de protestas similares, muy bien se pudo tener un plan preventivo que proteja –antes de que sean tomados o asediados– campos petroleros y de gas, el oleoducto, el gasoducto y otras instalaciones estratégicas en la zona. Se llegó tarde y se actuó con torpeza. Como ya es costumbre, a falta de liderazgo y profesionalismo, los policías terminaron de rehenes o corridos por los manifestantes.
¿Obra de Humala? Es increíble que el Gobierno pueda creer que con el desprestigio, falta de arraigo y representatividad de los políticos nacionales, alguno de ellos pueda tener la capacidad de generar movilizaciones así. Sin duda por allí había algunos humalistas, pero no entienden nada quienes creen que Humala es capaz de organizar y dirigir protestas como estas. Obvio, ni tonto ni perezoso, si le querían regalar la representatividad de decenas de miles y aparecer como líder de una protesta muy popular en la selva, pues les dijo gracias y se la atribuyó.
¿Lecciones aprendidas? No hay que ser demasiado optimistas. Casi como dos gotas de agua se han repetido en la selva los errores de Moquegua. Por cierto, el Frente de Defensa de Moquegua está anunciando medidas de fuerza por un supuesto incumplimiento de los acuerdos. ¿Es cierto o es mala fe? El Gobierno debería tomar el toro por las astas antes de que estalle un nuevo problema; sea explicando cómo sí se ha cumplido o acelerando el paso si así no fuese.
Perú.21, 24/08/2008

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