Cuando comenzaron todos estos líos en la Selva con los nativos, pensé que el gobierno no la tenía tan difícil: cuestión de mezclar el palo con la zanahoria y mucha comunicación. Por un lado, citar a los líderes o Apus y solicitarles una lista corta de cosas que necesitasen sus comunidades y que el gobierno podía despachárselas rápidamente, amén de ofrecerles subir la valla de 50% más uno a un razonable 55%, en atención al argumento de que ellos tienen diferencias con la Costa. Así todos –gobierno y Apus– salvaban la cara en las negociaciones al lograr todos su pedazo de torta.
De otro lado, despejar inmediatamente con la Policía los puentes y accesos tomados a fin de evitar que las protestas tomen cuerpo, los manifestantes se crezcan y de lanzar el mensaje de que a la mala no se consiguen las cosas. Esto además de apretarle los tornillos a ONG y radios radicales de detectar agitación de su parte, que para eso está el Código Penal, el MTC y APCI, poderosos instrumentos en manos del Estado.
Y todo esto acompañado de una campaña comunicacional que le explicase a citadinos y nativos de que a nadie se le iba a quitar sus tierras, de que simplemente se bajaba la valla para una venta potencial sobre la que ellos tenían la última palabra, nada más.
Pero no, todo lo hicieron pésimo. No sólo se ha retrocedido en una norma que era vital para modernizar al país y que lamentablemente se ha visto como abusiva (Rossini no dejaba de enfatizar esto en Los chistosos), sino se ha reforzado la creencia de que las cosas aquí se consiguen a la mala, con la amenaza y la algarada (como en Argentina, donde desde los rojos piqueteros hasta los empresarios de la Sociedad Rural manejan la agenda política desde la calle), sino que se le ha despertado el apetito opositor a un Congreso que anda por el 9% de aprobación, lo que los puede encarrilar a todo un rosario de barbaridades demagógicas para recuperar popularidad, sentirse importantes y comenzar a machacar al gobierno con vistas al 2011 en este temprano inicio de la carrera electoral. Ojo que ahora empiecen a cargarse las reformas hechas al amparo del TLC, más ahora que Lourdes y sus chicos pepecistas han perdido la chaveta y van ahora de izquierdistas por la vida con unos fujimoristas que están comenzando a jugar fuerte ahora que su lideresa comienza a mostrarse robusta, ya no sólo personalmente, en las encuestas. Súmesele a esto que Velásquez Quesquén saboteó a García al meter la derogatoria al Legislativo. Los apristas provincianos ya comenzaron a desmarcarse de Palacio...
¿Cómo solucionar esta debacle desde la perspectiva del Ejecutivo? Ciertamente, vetar la derogatoria del Congreso no los va a conducir a nada. Será impopular y el Congreso lo revertirá. Me imagino que lo más cuerdo sería negociar una valla intermedia de 55% y atar apoyos congresales y nativos para concretar eso. Pero mucho me temo que tras esto, Del Castillo ya está con muy poca gasolina. Sus reflejos están cada vez más lentos. El problema es que ojalá quien lo reemplace sea igual o mejor respecto a como el actual Premier empezó.
Correo, 24/08/2008
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