El Congreso se sometió finalmente de manera vergonzosa a la presión de la violencia y derogó la “Ley de la Selva”. Incluso los fujimoristas, que un par de días antes, cuando se votó en Comisión, se habían abstenido o votaron en contra, se sumaron al cargamontón. Si lo hicieron para demostrar independencia del gobierno, eligieron el peor de los momentos y el peor de los temas.
Porque esto no solo significa un severo golpe al estado de derecho y a la gobernabilidad por la pésima señal que envía, sino que sus consecuencias van mucho más allá. Como reveló este diario en su edición del martes –Jaime de Althaus también abordó el tema en su columna de ayer en El Comercio– existe una estrategia internacional, manejada por ciertas ONG, orientada a que las comunidades nativas avancen hacia la declaración de sus tierras como territorios autónomos.
La derogatoria refuerza esta tendencia separatista que afecta gravemente la seguridad nacional y, como anota De Althaus, amenaza lo que José Chlimper ha denominado el “esqueleto energético” del Perú.
Nos causa tristeza también que las cosas en el país estén tan de cabeza que Alan García haya tenido que dedicar su discurso de ayer en provincias a defenderse de las acusaciones de ser el presidente de los ricos. Décadas de pérfida propaganda marxista y caviar han instaurado como dogma que la riqueza es mala.
Como apunta el ensayista Paul Graham, quienes hablan pestes de la riqueza tienen una experiencia mínima en crearla. Y el columnista y economista Thomas Sowell da en el clavo cuando comenta que los periodistas, políticos e intelectuales que viven obsesionados con las “desigualdades” en los ingresos y la riqueza, no muestran el más mínimo interés en saber cómo se producen esos ingresos y esa riqueza en primer lugar.
A los progres les encanta redistribuir los ingresos y la riqueza ya existentes pero ignoran que la forma en que se haga eso hoy puede afectar cuántos ingresos y riqueza se producirán mañana. Muestran un interés prácticamente nulo en historia económica o en economía en general.
Si lo hicieran, y aquí pasamos a lo que dice el académico Johan Norberg, sabrían que entre 1990 y 2004, la pobreza extrema en los países en vías de desarrollo se redujo del 29 al 18 por ciento de acuerdo al Banco Mundial. Esto significa que, bajo el “capitalismo salvaje” la pobreza extrema disminuyó en 54.000 personas por día.
El negocio progre y de las ONG consiste en lloriquear para obtener jugosas donaciones y avanzar en sus planes para controlar la sociedad. Lo último que ellos querrían es que se desvelara y discutiera cómo millones de personas han prosperado gracias a la liberalización de las economías. Ayer, con la ayuda de un Congreso torpe y ciego, han ganado aquellos que se esfuerzan en redistribuir miseria.
Porque esto no solo significa un severo golpe al estado de derecho y a la gobernabilidad por la pésima señal que envía, sino que sus consecuencias van mucho más allá. Como reveló este diario en su edición del martes –Jaime de Althaus también abordó el tema en su columna de ayer en El Comercio– existe una estrategia internacional, manejada por ciertas ONG, orientada a que las comunidades nativas avancen hacia la declaración de sus tierras como territorios autónomos.
La derogatoria refuerza esta tendencia separatista que afecta gravemente la seguridad nacional y, como anota De Althaus, amenaza lo que José Chlimper ha denominado el “esqueleto energético” del Perú.
Nos causa tristeza también que las cosas en el país estén tan de cabeza que Alan García haya tenido que dedicar su discurso de ayer en provincias a defenderse de las acusaciones de ser el presidente de los ricos. Décadas de pérfida propaganda marxista y caviar han instaurado como dogma que la riqueza es mala.
Como apunta el ensayista Paul Graham, quienes hablan pestes de la riqueza tienen una experiencia mínima en crearla. Y el columnista y economista Thomas Sowell da en el clavo cuando comenta que los periodistas, políticos e intelectuales que viven obsesionados con las “desigualdades” en los ingresos y la riqueza, no muestran el más mínimo interés en saber cómo se producen esos ingresos y esa riqueza en primer lugar.
A los progres les encanta redistribuir los ingresos y la riqueza ya existentes pero ignoran que la forma en que se haga eso hoy puede afectar cuántos ingresos y riqueza se producirán mañana. Muestran un interés prácticamente nulo en historia económica o en economía en general.
Si lo hicieran, y aquí pasamos a lo que dice el académico Johan Norberg, sabrían que entre 1990 y 2004, la pobreza extrema en los países en vías de desarrollo se redujo del 29 al 18 por ciento de acuerdo al Banco Mundial. Esto significa que, bajo el “capitalismo salvaje” la pobreza extrema disminuyó en 54.000 personas por día.
El negocio progre y de las ONG consiste en lloriquear para obtener jugosas donaciones y avanzar en sus planes para controlar la sociedad. Lo último que ellos querrían es que se desvelara y discutiera cómo millones de personas han prosperado gracias a la liberalización de las economías. Ayer, con la ayuda de un Congreso torpe y ciego, han ganado aquellos que se esfuerzan en redistribuir miseria.
La Razón, 23/08/2008
2 comentarios:
Así las cosas, y olvidándose de que alguna vez fue ayudado por quien además de haberle dado trabajo y dinero, fue su maestro y amigo, este ciudadano argentino-judío se desentendió de quien había sido su benefactor en un editorial –que dice mucho de la catadura moral de su autor—, donde señala lo siguiente: “…dejamos constancia de que en lo periodístico, el equipo de esta revista esta conformado en gran parte por la misma gente que hizo Oiga en la década anterior hasta su salida de circulación en 1995”, Asimismo, en referencia a su anterior Director, agrega las siguientes líneas: “…queremos señalar, asimismo, en deferencia a Don Francisco Igartua, director de Oiga durante sus primeras cinco etapas, y en dias recientes muy preocupado en difundir un comunicado al respecto, que él ya no tiene ningún vinculo con este semanario, cuyo logotipo vendió años atrás. En otras palabras, el accionario y la administración son nuevos y distintos a la que existía hasta 1995”.
Uri ben Schmuel es accionista de la empresa Publicaciones de Revistas S.A., con Eduardo calmell del Solar y el abogado asesinado Francisco Echeandia Chiappe, y culpable de varios delitos... ¿como puede seguir libre?... las pruebas obran en los archivos de la revista y es hora que responda...
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