No está demás decir una vez más, que tanto para quechuas como para aymaras, la palabra indio es una afrenta, un agravio, un insulto. En ninguno de esos idiomas existe esa designación racista. Históricamente nunca aceptaron ni aceptan ahora ese mote. La prueba es que así lo expresaron enfáticamente en el Manifiesto Político del Titicaca (2005).
Lo mismo sucede con los peruanos que habitan la Amazonía. No les agrada que los llamen nativos, oriundos, naturales y menos indígenas, esos conceptos de carácter racial y discriminatorio tampoco registran sus lenguas ni dialectos. Esas denominaciones corresponden a la cultura dominante, a una forma de clasificar a los peruanos, de acuerdo al lugar de origen, color de la piel, estrato económico y sobre todo a la cultura de la proceden.
De allí que la mal llamada Ley de la Selva y su esperada derogatoria por el Congreso, haya servido para demostrar una vez más, que la política está íntimamente ligada con la cultura. Como también la cultura, está estrechamente vinculada con la práctica de la política.
Por eso, todo acto cultural es un acto político. Pero, además, la derogatoria de los decretos que lesionan los derechos ancestrales de los peruanos amazónicos, ha hecho posible reconocer lo siguiente:
1.- Que la cultura no ha llegado a la política.
2.- Que los discursos oficiales, en los que se afirma que el Perú es un país pluricultural y multilingüe, es sólo un juego de palabras lleno de hipocresía
3.- Que no hay ningún respeto por la cultura y a una distinta concepción de la vida de los pueblos amazónicos.
4- Que de nada ha servido el aporte de las ciencias sociales durante más de cincuenta años.
Entonces, más allá de la evidente perfidia de los objetivos políticos, se trata de un grave atentado contra la pluralidad de la cultura peruana. Decir: “Los nativos no entienden el significado ni beneficios del desarrollo y progreso”, es una muestra del desprecio a los 65 pueblos diseminados en la Amazonía Peruana.
Todo acto político es una expresión de la cultura. En consecuencia, lo que está en juego no es sólo una subasta de la Amazonía, sino fundamentalmente la diversidad y riqueza de la cultura peruana.
La Primera, 06/09/2008
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