La Amazonía peruana constituye un gran vacío geopolítico en términos demográficos, de presencia estatal y de desarrollo sostenible, pese a constituir la región natural más grande y más rica del país. Desgraciadamente nuestras elites gobernantes pocas veces –por ejemplo, Fernando Belaunde– visualizaron su importancia estratégica.
Por el contrario, países como Brasil han hecho del desarrollo, preservación y defensa de suAmazonía un objetivo nacional que geovialmente se ha manifestado en las llamadas “rodovías” que han permitido su marcha hacia el Oeste, tendencia geopolítica cuasi natural originada en los tiempos de la Bandeira y más recientemente sustentada doctrinariamente por autores como Mario Travassos (1931), Golbery do Couto e Silva (1966) y Carlos de Meira Mattos (1975). Todos ellos visualizaron lo importante que era ocuparla y desarrollarla, pero la diferencia con nosotros fue que para (absolutamente) todas sus elites, ello constituyó, más que una simple toma de posición, una verdadera toma de conciencia como primer paso para acceder al Océano Pacífico.
La creación de la Zona Franca de Manaos en 1967 fue en parte como respuesta a la Ley de la Selva Peruana (Ley 15600 del 4/9/65), que creaba un sistema de incentivos fiscales especiales y facilidades especiales de importación, exportación e industrialización de los departamentos de Loreto, Amazonas, San Martín, La Libertad, Madre de Dios, Cajamarca, Huánuco, Pasco, Junín, Ayacucho, Apurímac, Cusco y Puno. Los brasileños se preocuparon, reaccionaron y los resultados saltan a la vista: comparemos lo que es Manaos con lo que es Iquitos. En ellos hubo continuidad política y estratégica; en nosotros, mezquindad política y abandono por parte de la mayoría de gobiernos, tal vez porque su incidencia electoral no es determinante. ¿Qué conseguimos? La consolidación de verdaderas áreas sin ley en nuestra Amazonía.
Hoy, nuevamente nos acordamos de la región natural que alberga nuestro mayor potencial de riqueza, sólo por el problema suscitado a raíz de la protesta de las comunidades nativas contra los decretos legislativos 1015 y 1073. Para acabar con la manipulación política no debe volver a ofrecerse “modernidad”, sino más bien “desarrollo”.
Para los pueblos amazónicos, desarrollo implica ante todo interconexión física, es decir carreteras y ferrovías; aumento del índice geovial para que lleguen el Estado y la inversión, y esos pueblos (rodeados de riqueza potencial) puedan (por fin) incorporarse al mercado. No nos hemos dado cuenta, pero tal vez el corredor interoceánico más importante sea el que una a Iquitos con Bayóvar; lo mismo podemos decir del proyecto de la ferrovía Santos-Bayóvar, anunciado por el actual gobierno en agosto de 2007. Si realmente queremos apagar la mecha que puede incendiar nuestra Amazonía, ofrezcamos y concretemos (cuanto antes) carreteras y ferrovías; igualmente, diseñemos (de una vez por todas) una Estrategia de Desarrollo en Seguridad de nuestras fronteras amazónicas. No vaya a ser que más adelante nos lamentemos por cómo, zonas jurídicamente nacionales, perdieron su identidad de tales.
Expreso, 04/08/2008
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